CAPITULO 1
"¿Cuál es mi historia? Pues la verdad es que no lo sé.
Desperté un día de primavera en la camilla de un hospital. Era como si hubiera
despertado de una pesadilla, de un largo sueño.
Sin saber quién era, por qué estaba allí y qué me había
pasado. Era extraño; parecía que no había nadie esperándome, como si no tuviera
a nadie y no me quisiesen, pero cuál sería la causa, qué había hecho. Tenía
tantas preguntas que necesitaban respuesta.
Esperé a ver si venía alguien pero pasaron segundos,
minutos y horas y no aparecía nadie. Decidí levantarme para obtener respuestas.
Fue difícil incorporarme porque mis piernas estaban dormidas, pero lo
logré.
Me dirigí lentamente hacia la puerta. La abrí y vi que no había nadie en el pasillo. Estaba
totalmente vacío, era desolador. Parecía que estaba solo. Tenía que salir de
allí como fuera.
Anduve y anduve sin encontrar salida. Era como si los pasillos
de este hospital nunca se acabaran, de repente escuché un ruido que procedía de
aquella puerta que estaba al girar el pasillo. Pero no sabía si lo que
sentía era miedo o alegría por saber que no estaba solo. Decidí ir a
aquella habitación. Cuando llegué a la puerta puse mi mano sobre el pomo
y empecé a temblar. ¿Qué encontraría detrás de aquella puerta?
Abrí poco a poco la puerta. Al estar abierta
completamente vi una chica que parecía rondar los dieciocho años. Intenté
acercarme a ella, pero en ese mismo instante mi cabeza empezó a inundarse
de recuerdos en los cuales aparecía aquella chica que estaba sentada en la
silla. Para mí no tenían sentido porque yo no sabía quién era ella. De
repente me vi rodeado de la penumbra hasta caer al suelo y perder el
conocimiento.
Volví a despertar en la habitación del hospital y junto a mi
había alguien, era un chico parecía tener diecinueve años. Su mirada era
extraña. Me miró por un instante, luego se giró y comenzó a llamar a los
doctores para decirles que ya había despertado. Después se acercó a
mi oído y me susurro:
-Has dormido durante un largo tiempo.
Pero no tenía ni idea de quién era él. Sabía que el único que
podía responder mis preguntas era este desconocido. En ese mismo instante entró
el doctor por la puerta y empezó a examinarme.
-Tal vez algunas veces se quede inconsciente o no sepa donde
está, pero por lo demás está bien -hablando a mi acompañante.
Cuando acabó de hablar, se fue y me quedé de nuevo a solas con
él. Intenté decir algo, sin embargo no me salían las palabras.
Mis ojos se cerraron lentamente y volví a mi sueño
profundo."
CAPITULO 2
Desperté en el suelo de la habitación donde vi a esa chica, aunque allí, ya no había nadie. ¿Qué era exactamente lo
que pasaba? ¿Esto era un sueño o era real?
Empecé a mirar a mí alrededor para ver si había algo que me
explicase lo que pasaba o saber quién era ella. Allí no había nada excepto una
foto en la aparecíamos la chica, mi
acompañante del hospital y yo, que era lo que me vinculaba a esa chica, de qué
la conocía. Todo para mí era tan extraño
a causa de que no sabía lo que ocurría.
Paralizado ante aquel
mortal presentimiento de que alguien me observaba desde la pared, tardé unos
segundos en darme cuenta que no estaba solo.
El eco de unos pasos rompió el silencio que reinaba en la
habitación. Me volví, esperando verla, pero una única figura se acercaba lentamente desde el pasillo de recepción.
No necesitaba verlo de cerca para saber quién era.
Avanzaba con una cadencia rítmica, como si cada paso fuera un
grano de arena del reloj que marcaba mi final.
La sombra del cazador se acercaba en silencio. No parecía
tener prisa. Su silueta era cada vez más nítida. Vi que llevaba algo en la
mano.
Mire hacia un lado y hacia otro para ver si había alguna
puerta cercana por la que escaparme, solo había una ventana que el
paso del tiempo había oxidado el seguro y no podía moverla.
Tragué saliva y retrocedí agarrotado hasta la pared, sin perder de vista
al hombre que avanzaba inexorablemente hacia mí. Mis pies vacilaban por el
temblor que se había adueñado de mi cuerpo. Miré en todas direcciones, buscando
una posibilidad de escape. Pero la única posibilidad era la puerta.
Preso de un ataque de pánico, intenté romper el grueso cristal
con el codo, pero solo logré provocar una escalofriante carcajada de aquel
hombre.
-No te esfuerces, Jacob -dijo aquella voz que conocía a la
perfección-. No lograrás salir de aquí.
A escasa distancia se alzaba ante mí el hombre que había
poblado durante tanto tiempo mis peores pesadillas durante mi estado en coma. El
mismo que había estado a mi lado en el hospital. Pude distinguir sus ojos
hundidos, su pelo negro y su mandíbula, esta vez sin máscara ni disfraz.
Empuñaba un cuchillo.
Sentí que mi cuerpo flaqueaba. Me faltaba el aliento. Desvié
la mirada de aquel rostro odioso y apreté los puños para tratar de recuperar el
control sobre mí mismo.
Su voz sonó tranquila:
-Relájate, amiguito. Ahora viene lo más divertido. ¡Sería una
lástima perderse la fiesta! ¿No lo crees?
Tenía unas ganas de salir de allí. Tensé la mandíbula y fijé
mis ojos en él. Pese a que había cambiado el tono, no podía bajar la guardia.
-Llevo tanto tiempo esperando este momento... -dijo alargando
las palabras.
- ¿Y a qué se debe? -pregunté con frialdad.
- Ya deberías saberlo-dijo clavando sus oscuros ojos en mí-
pero se nota que no te acuerdas de nada.
Sin comprender qué querían decir sus últimas palabras, dejé
que siguiera hablando mientras mis ojos no perdían de vista el cuchillo que
apuntaba al suelo.
-En fin, todo a su tiempo, amiguito, todo a su tiempo.
Primero, deja que te cuente una historia. Retrocedamos tres años...
¿Por dónde empezar? ¿Qué te
parece si te hablo de la chica de la foto?
-¿Que la has hecho? -grité perdiendo los estribos.
Levantó el cuchillo hacia mí. Por un instante pensé que iba a
ejecutarme. Para mi asombro, solo se inclinó hacia mí y puso el frío metal del cuchillo
contra mis labios para que callara.
-No me interrumpas. -Me atravesó con su mirada penetrante- no
te preocupes no la pasara nada.
Su cara estaba tan cerca de mí que podía sentir su respiración
contra mis mejillas. Antes de que pudiera quejarme, sacó de su bolsillo una
carta y me la tendió.
La cogí y cuando la abrí había una fotografía en la que
aparecia la chica sentada en una silla atada. La confusión empezó a
desvanecerse como la niebla para dejar paso a una realidad más terrible de lo
que hubiese podido imaginar jamás.
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario